Como una gráfica de picos y crestas, como una puñetera montaña rusa. Mira que odio las montañas rusas...Esa sensación de tener el estómago a la altura de la boca es algo me resulta profundamente desagradable, el síndrome del estómago flotante...
Así estoy, así me siento, como una puñetera montaña rusa... Cuando voy subiendo siento placer, una mezcla entre placer y miedo... Me siento poderosa en las alturas, capaz de soltarme el cinturón y tirarme al vacío con la seguridad de que no voy a estrellarme. Pero a medida que se acerca ese punto de inflexión, de no retorno, toda esa excitación se vuelve miedo. Miedo a caer sin fin, miedo a dejar de existir, miedo al dolor...
Cuando, inevitablemente, se traspasa ese punto y el estómago te oprime la boca y el corazón está a punto de estallar, el miedo se convierte en pánico, en cegera, en un grito ensordecedor, en un lamento, en una perdida de control... es entonces cuando todo parece no tener fin, cuando nada se ve claro, cuando te sientes más sola, cuando piensas que todo lo de alrededor falla. Es ahora cuando me sobreviene la certeza de que todos los astros del cielo y todas las circunstancias de la vida se han conjurado para hacer que todo vaya mal, otorgándome el terrible "don" de alejar a la gente de mi, el "don" de hacer sentir mal a los demás... Es ahora cuando siento que todo está perdido, que todas las decisiones tomadas ya no tienen marcha atrás, que es ahora cuando he de sufrir las consecuencias de mis actos.
Deseo con todas mi fuerzas que esta montaña rusa pare de una vez, pues estoy cerca del desvanecimiento. Quiero caminar de nuevo, quiero dejar de hacerle daño a la gente a la que quiero y vuelvan a desear caminar un ratito conmigo.
Perdonadme, pero es que no puedo abrir los ojos...